[Blockchain. Http. Criptomonedas. Internet. Encriptado. Bloques. Tim Berners-Lee. Satoshi Nakamoto. Tomas García. Santiago Siri. Proof of Humanity]
por Virginia Marcela Gorosito (@virgorosito__)
Hace treinta años el protocolo http:// era creado para una red dedicada a la investigación nuclear. Este sistema, que evolucionó desde esa red privada al World Wide Web que dio origen al mundo tal cual lo conocimos en los 2000; nos permitió enamorarnos de personas que nunca habíamos visto, incorporar nuevos hábitos de vida saludable y nos incentivó a crear ese Yo único que gestionamos en las redes sociales. Nos convertimos en una sociedad hiperinformada en la que podemos consultar datos antes reservados a especialistas con sólo googlearlo desde nuestra pantalla de inicio.
¿Suena a cliché recordar esto? Quizás un poco, pero es importante ubicarnos en ese punto, en el de la creación de una red militar privada para ver el exponencial crecimiento que le permitió a la humanidad. Nadie podría imaginar en 1989 que esa democratización del conocimiento y la globalización de la humanidad se daría por un avance que el científico británico Tim Berners-Lee pensó para agilizar un circuito cerrado de información.
Bitcoin es demasiado fuerte para ser sólo una anécdota en unos años. Es un sistema descentralizado que ha generado avances en las bancas tradicionales, muchas de las cuales ya incorporaron la tecnología blockchain a sus propios sistemas para generar competitividad. Obligar a instituciones tan sólidas como el J. P. Morgan a incorporar tecnologías emergentes debería ser muestra suficiente de su permeabilidad [1].
Es necesario asumir que ser un entusiasta o un detractor de las criptomonedas, y el mundo cripto en general, es una cuestión ideológica. Sería sencillo realizar un desarrollo técnico de sus bondades, las cuales seguramente cambiarán nuestras vidas en los próximos años. Pero levantar hoy una bandera (o enviar un tuit) defendiendo con pasión un sistema que usa cálculos matemáticos complejos para profundizar las experiencias peer-to-peer (usuario a usuario, es decir, sin intermediarios) tiene a las claras un componente subjetivo.
Es el punk de internet. Un punk de saco y corbata en algunos casos, sobre todo en lo que respecta a lo económico. Pero viene a quitar lo más parecido a las instituciones que tiene internet, y probablemente a proponerse como una alternativa más segura en torno al uso de los datos del usuario (sin nadie en medio, una red social o cualquier plataforma, no hay nadie que use los datos privados para marketing, por ejemplo).
Pero ¿qué es? El tema bitcoin puede sonar tranquilizadoramente lejano, como lo hacen la mayoría los temas económicos. La especulación y activos intangibles similares hacen de las divisas un tópico alejado para muchos, aunque afecte su vida diaria. Si a eso le sumamos tecnología, encriptación, código… retireme este plato joven, ni siquiera entiendo si debería pedir guarnición o es un postre.
Keloke una blockchain
Una red blockchain es un registro distribuido, inalterable y anónimo. Pueden encontrarse variantes de estos puntos -construirse blockchain diferentes en todo caso-, pero estas son las características ¿puras? ¿más representativas? del sistema.
Literalmente significa “cadena de bloques” y fue inventada por Satoshi Nakamoto, un pseudónimo que oculta el anonimato de su autor. Suena increíble, pero sí, el/la/las personas que hayan creado este sistema que revoluciona las finanzas mundiales se mantiene en el anonimato. Hasta se especula que puede tratarse de un grupo de ingenieros y matemáticos convocados por bancos europeos, pero el revuelo que está generando a nivel mundial puede avalar que se trate de un genio/a que prefirió resguardarse de los cambios que iba a producir su proyecto.
Vamos con los tres conceptos básicos para entenderla. Es un registro inalterable porque la cadena de bloques se encuentra protegida por la encriptación con un código hash como medida de seguridad. Cada bloque -una serie de transacciones económicas en el caso de bitcoin- tiene una función criptográfica hash, que consiste en un algoritmo matemático que se produce a raíz del contenido del bloque. Si alguien lograse corromper la cadena, el cálculo lo delataría.
Este código hash es una suerte de huella digital de un bloque de datos, y lo asegura primero haciendo inmodificable su lugar en la cadena, y segundo validando el contenido dentro del bloque ya que el cálculo matemático se realiza a partir de lo que contiene. Posee la particularidad de no revelar la información a partir del hash. Es decir, nadie podría calcular que hay dentro de un bloque por su código, pero si podría verificar que nada se modifique dentro del mismo mediante esta operación que genera un código único, con el que se identifica.
El registro además, es distribuido, otro de los grandes beneficios de la cadena. Esto significa que la información se almacena en todos los nodos de la red, en los equipos de todos los usuarios que decidan pertenecer. Así genera unos niveles de ciberseguridad mucho mayores, ya que no alcanza con una supercomputadora que corrompa mecanismos de encriptación para acceder a un servidor, habría que acceder a muchísimos de ellos.
Nakamoto, al lanzar la red bitcoin resolvió este punto de una manera muy lógica. En su white paper explica con una claridad asombrosa la razón por la cual no es conveniente para un potencial atacante corromper la red, se basa en distribuir el registro. “El incentivo puede ayudar a los nodos a mantenerse honestos. Si un atacante egoísta es capaz de reunir más potencia de CPU que todos los nodos honestos, este tendría que elegir entre utilizarla para defraudar a la gente usando sus pagos de vuelta, o en utilizarla para generar monedas nuevas. Debería encontrar más rentable jugar por las reglas, tales reglas lo favorecen a él con más monedas que a todos los demás combinados, que socavar el sistema y la validez de su propia riqueza”.
El punto de la protección de identidad es relativo, ya que llegado el caso, puede rastrearse mediante otras variables como la ubicación, o relacionarse una serie de transacciones con una sola cuenta. Pero en principio la blockchain ofrece seguridad a los usuarios sobre su identidad, generando direcciones -en las que no se involucra ningún dato revelador- mediante las cuales se realizan las transacciones.
Esto nos deja sin el arma de la ironía facilista de criticar algo para desdeñarlo. Aunque suene complejo, al ver las bondades básicas una y otra vez, es fácil imaginar aplicaciones a cuestiones que hoy necesitan mejorar su seguridad, quitar burocracia, o mejorar índices de confianza entre partes. Puede que la blockchain derribe a esos cientistas sociales que hablan del fracaso de la modernidad como promesa incumplida de progreso, puede que las herramientas del progreso hayan estado en las manos de los eslabones más vetustos de nuestra sociedad y que ahora -por fin- llegue la hora de democratizarlos. Esta puede ser la oportunidad.
Propuestas en prueba para el mundo descentralizado
Seguro te salió en la pantalla principal de YouTube hace unos meses Tomas García. Es un artista early adopter de esta tecnología que publicó un video sobre los NFT (non fungible token), un uso de blockchain que se está desarrollando en el mercado del arte.
Allí Tomas explica que “la parte visual del cripto arte poco tiene que ver con la representación de su valor, el cual está mucho más atado al contexto: quién lo hizo, cuándo lo hizo (…) Beeple vendió una obra a 70 millones de dólares, la persona que lo compró no lo compró porque le parecía hermoso y lloraba cuando lo veía. Lo compró porque representa al abanderado del criptoarte”.
En este caso el autor vende una obra digital, pero no cualquiera, vende la original. Hace poco esto era impensado en internet que trajo a las masas la posibilidad de copiar y pegar indefinidamente sin afectar el archivo de origen. Pero gracias a esta tecnología de encriptación podemos adquirir un token, una especie de carpeta digital, que asegura la incorruptibilidad del archivo, y nos hace poseedores de la obra. Los NFT también aplicaron a los tuits, donde Jack Dorsey -cofundador y director Ejecutivo de Twitter– llamó la atención de la comunidad bloguera al vender por 2,9 millones de dólares el primer mensaje emitido en la plataforma.
De generar una corriente consistente, el nuevo mercado de arte digital cuestionaría al mismísimo Walter Benjamin, un filósofo y sociólogo de la Escuela de Frankfurt conocido por su libro “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica” en el que sostiene la tesis que cada pieza artística posee un aura irreproductible. “Lo que se marchita de la obra de arte en la época de su reproductividad técnica es su aura”, afirma el alemán en su libro, lo que nos hace pensar si los NFT vienen a generar un aura virtual revalidando el valor de las colecciones, o a terminar de romper el romanticismo de su época con lo material.
También están los casos menos lúdicos, los que vienen a solucionar problemas y proveer herramientas para los mundos más sólidos. Santiago Siri, otro visionario que se construyó pionero del mundo cripto en nuestro país lanzó Proof of Humanity, una cadena de bloques que permite asegurar la identidad digital.
La industria de la salud y la alimenticia ya están innovando gracias a estas redes. Distintos proyectos como IBM Food Trust, que utiliza la incorruptible trazabilidad del blockchain para asegurar el origen de los alimentos, o el Ministerio de Salud y Prevención de Emiratos Árabes Unidos, que incorporó a su sistema una plataforma de almacenamiento de datos de sanitarios y farmacéuticos son algunos de los usos probados hasta el momento.
Por qué la cadena de bloques sí es cool
Estamos frente a una revolución. Es matar al intermediario, como dijo Casciari [2], ¿recuerdan cuando internet era genial? Había blogs con gente promoviendo ideas, nos parecía fascinante encontrar cualquier tipo de música, información científica, películas. Vimos el salto cuántico. Pero las redes sociales llegaron demasiado rápido y entonces comenzó a ser más importante subir un álbum a Facebook con nuestras fotos del fin de semana.
Actualmente hay cursos de programación en YouTube, y hasta las corporaciones crean incubadoras y eventos gratuitos para promover la creatividad. No lo hacen porque sean extremadamente generosos o inocentes, lo hacen porque han comenzado a reconocer que necesitan el capital humano que las reglas del statu quo han dejado fuera del ecosistema tech.
¿Por qué mientras IBM Cloud [3] ofrece servicios libres de inteligencia artificial nosotros estamos en Instagram convencidos de que tenemos que generar contenido para ganar likes? Deberíamos hacer un borrón y cuenta nueva con nuestra relación con la tecnología. Desnaturalizar el camino que nos lleva a desear los últimos AirPod y ver a largo plazo el potencial que tiene llevar un acceso al conocimiento global en nuestros bolsillos.
Este es el futuro. Estamos parados sobre él. Nos falta decidir si es nuestro o si vamos a seguir bailando en Tik Tok.
Referencias:
[1] Referencia a Zigmunt Bauman, “Modernidad líquida” (1999)
[2] TEDxRíodelaPlata, “Cómo matar al intermediario” https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=_VEYn3bXz34 (2011)
Bibliografía:
Benjamin Walter. “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”.
Equisoft. “La cadena de bloques”
García Tomas. “CRIPTOARTE, BITCOIN Y BLOCKCHAIN: La digitalización del arte, el dinero y la creatividad”. https://www.youtube.com/watch?v=liSlThAG7Po&t=19s
Nakamoto Satoshi. “Bitcoin: Un sistema de efectivo electrónico Usuario-a-Usuario”
Piscini Eric, Hyman Gys, Henry Wendy. “Blockchain: economía de confianza”
Wust Karl y Gervais Arthur. “Do you need a Blockchain?”