Notas sobre los bots de poesía

Por Juan Blanco

En ARTE

[Bots. Poseía. readymade. Litertura. Pizarnik. Roland Barthes. Fragmentos de un discurso amoroso. Borges de Bioy. Mariano Blatt. Cesar Aira]

por Juan Blanco (@_juanblanco)

1. En redes sociales han ido apareciendo cada vez más cuentas que publican fragmentos de diferentes autores. Algunas con funcionamiento automático, otras no. Esto tiene de novedoso que la diferencia no es un cambio de soporte (el tema ‘lectura en papel/lectura digital’) sino un cambio de marco.

2. Este cambio de marco es un ready-made al revés: lo que tiene pretensión de arte y nació y se leyó bajo ese halo, metido en el flujo y la masa de internet. Pero no es internet en general, porque se puede leer literatura en internet y la diferencia es menos importante, es la misma que entre lo analógico y lo digital. Lo particular en este caso no es que esté metido en internet sino en las redes sociales. Si se lee un cuento en la web, se va a leer un cuento, con las predisposiciones del caso, en una pestaña separada. A las redes no se entra a leer literatura, pero ahora aparece, abajo de un meme, arriba de una noticia, de un chiste, de un comentario político. Entonces: leer literatura sin el marco, sin tomar carrera, sin esa predisposición en particular. Predisposiciones y marcos cuya presencia o ausencia tienen una importancia central desde Duchamp en adelante.

3. También se distingue de otras disciplinas artísticas: por ejemplo, puedo encontrar una pintura, una fotografía, una canción que suena, etc, en cualquier red social. La diferencia es la de siempre: la literatura trabaja con las palabras al igual que los usos no literarios del lenguaje, entonces, sobre todo en Twitter que es texto, se da algo así como una competencia de igual a igual. La novedad de los bots de poesía es que ni siquiera son la imagen con el poema, sino tweets: misma tipografía, color y tamaño que lo demás. Se puede ver que la cuenta que emite la publicación es de poemas o de literatura antes de leer, sí, pero es muy rápido, no hay tiempo para formar la cápsula y estar particularmente preparado para conmoverse o deslumbrarse. Decir que hay tweets con contenido literario es una obviedad, pero al ponerlos al lado de los poemas esto se vuelve más evidente y es divertido notar que muchas veces se puede encontrar más literatura en una ironía sobre el tema del día que en un recorte de Pizarnik diciendo cuán triste está. Y al revés: a veces entre el flujo de publicaciones aparece un fragmento que conmueve incluso en ese marco, entre todas las demás cosas, haciendo todo a un lado y demostrando doblemente su fuerza.

4. El formato de bot repercute de distintas maneras en cada autor según su poética en particular, del mismo modo que influye la actividad de citar en la relación entre la obra en sí y lo que se selecciona, y la nueva totalidad acotada formada por las selecciones. 

5. El caso mencionado de Pizarnik es el que quizá la tiene más difícil, por ser una poeta de la angustia y la conmoción. Lo mismo pasa con la cuenta de Pessoa. Lo que parece una melancolía sosa y trillada al aparecersenos en forma de tweet probablemente calaría más hondo en una lectura recluida de velador, en silencio y distanciados del mundo.

6. En Barthes el bot tiene efectos diversos e interesantes. Fragmentos de un discurso amoroso se ve muy modificado en la cuenta, aunque el título engañe: la organización en fragmentos (que a priori uno creería le queda cómoda a una cuenta que recorta, frente a la eventual incomodidad para con algo más narrativo) no congenia con el recorte en tweet, porque estos fragmentos (de 3, 4 o 5 páginas) no tienden a cerrarse sobre sí mismos como un poema corto, sino al revés, son expansivos; se seccionan de esa forma por un desorden inevitable dado lo proliferante del texto, reflejado en la sensación de que el libro podría tener veinte tomos más. En el bot se encuentra un Barthes más aforístico, con recortes raros: es un texto difícil de recortar en ese número de caracteres porque el fragmento suele desarrollar la sensibilidad completa de un término, en forma de “pequeño universo”, y mejora mientras se va engordando en ese tono a la vez analítico y divagante. Las citas que hace la cuenta tampoco toman la forma de un poema corto, perdiendo bastante fuera del subtítulo que las enmarca. Esas citas sí son algo así como la piedra angular de cada subtítulo: los recortes del bot podrían verse como el lugar desde donde todo el resto del fragmento se expandirá, pero dado que en esa expansión está toda la virtud del texto, casi nunca funcionan. Algunos conservan fuerza cuando por brevedad superan hacia abajo el límite del poema corto, llegando casi al registro de un haiku. Una última cuestión a señalar en el caso del bot de Barthes es que esos recortes seudo aforísticos desnudan ciertos mecanismos usados en exceso, como la paradoja y una microscopía oximorónica de la que se alimenta todo el libro. Se ve algo repetitivo, algo al alcance de la mano, lo que desdibuja un poco el encanto inicial de un texto que tiene mucha fuerza y parece a primera vista impenetrablemente lúcido y conmovedor. Quizá esto ocurriría necesariamente en la relectura del texto, pero es probable que el formato lo facilite.

7. Otro buen caso es el de la cuenta @BorgesJorgeLuis, que logra extraer de la obra de Borges una antología de voluntarismo insulso. (Se delinea exactamente el mismo personaje de las “entrevistas boludas que daba de viejo”.). Es difícil encontrar un ejemplo más completo de hasta donde se puede leer mal.

8. Una curiosidad importante es la del recientemente difunto bot del Borges de Bioy (@bioyges), que al revés del poema que cuando se impone sobre la red lo hace desde su intransigencia, le gana a la misma en sus propias reglas. Un libro lleno de ironía en la red de la ironía, haciendo prevalecer sus pavadas, sus chistes, sus ocurrencias, dando una nota de calidad. Mejores: más finas, menos efectistas, más laterales, con mejor administración del odio.

9. Mariano Blatt dice que siente su cuenta de Twitter como su obra constante. Van un par: 

 “tomar mate en otro país”
 “entrando en calor para escribir un poema”
 “q triste, ya se terminó la mañana”
 “q salgas de fiesta en países ex soviéticos”
 “En Suiza, hablándole en inglés de Manuel Puig a una italiana”
 “q lindo ver una montaña en una ciudad y que en la cima no haya un Cristo”
 “q ganas de pintar un cuadro que se llame ‘Ciudad de la Plata desde lejos, 1920”.

 Blatt es probablemente el que mejor maneja el tono, el que logra la mejor conjunción entre la figura del poeta y Twitter Seguramente porque en su caso lo que perturba es lo contrario, es ver las excentricidades, los poemas con q, impresos. De más está decir que su poética tiene mucho de ready-made. Entonces, al hacer el recorrido contrario hacia la red, hacia la falta de marco, funciona perfectamente.  Y en el caso de Blatt se dió otra curiosidad, difundiéndose para las risas una foto con parte de uno de sus poemas: “Todo piola” El movimiento en este caso fue inverso: el gesto extravagante, la intervención conceptual del poeta vanguardista, ignorados e ironizados sin matices por la capa más masiva de la red. Y está bien que así sea, casi el reverso necesario de quien piense que es una genialidad.

10. Caso Aira: Circula también un tuiteo automático de citas de Aira. El caso es similar al bot serio de Borges. Queda muy mal y a destiempo. Sobre todo siendo que las digresiones reflexivas en Aira están tan impregnadas de juego, de silogismo intencionalmente tramposo, de desdén. Los recortes de la cuenta pasan como una aplanadora y muestran pavadas. Lo que sorprende es que desnudar pavadas es algo esperable en Aira, sacadas de su contexto, y también perfectamente dentro de su contexto. Pero la cuenta incluso dibuja un Aira de melancolías baratísimas y cursilerías, lo cual es bastante más difícil y muestra al menos una creatividad del error. 

11. Las cuentas que suben citas de los diarios de algún escritor suelen funcionar bien cuando son registros más bien retraídos, polvillosos, cuando hay una renuncia poética; no así cuando están basados en la introspección literaria de la tristeza. Aunque eso probablemente sea aplicable para los diarios en general.

12. Si el escritor contemporáneo tuvo que aprender a lidiar con cierta lógica horizontal de internet, con que siempre pueda haber una réplica, se revive a los muertos para que también tengan que hacerlo. O para que se los comparta y adore como un símbolo que se masiviza. O para seguir demostrando una fuerza que trasciende marcos y formatos. (Días atrás se viralizó “Ya no” de Idea Vilariño, en letra chiquita, incómodo de leer. Se difundió a gran escala, como un buen meme. La velocidad, el retuit de alguien que en su foto de perfil está en la playa con un coco, la salida completa de su ámbito natural. Y sin embargo conmueve del mismo modo. Un poema que se hace respetar en su intransigencia, como un macizo absoluto de dolor y muerte.).

13. Si se piensa en un total que sea “cantidad de poemas leídos en el mundo” que computa cada vez que un poema se lee de principio a fin, seguramente hoy (ahora sí contando Instagram) se lea más poesía adentro de las redes sociales que afuera, por amplitud de público. Por lo que hoy la “literatura sin marco” no es para nada una variación sino su forma principal.